Desde que era niña, siempre tuve claro cómo querÃa que fuera mi vida de adulta. Lo veÃa con tanta claridad que casi podÃa tocarlo. Imaginaba una casa con un bonito jardÃn lleno de flores, una piscina azul cristalina donde nadar en los dÃas calurosos, y gatos. Muchos gatos. Me veÃa en un lugar tranquilo, rodeada de naturaleza y silencio, con el tiempo suficiente para disfrutar de esas pequeñas cosas que siempre me parecieron las más importantes.
Era un sueño sencillo y perfecto. En mi mente, no existÃan preocupaciones ni estrés. Solo yo, mi pequeño paraÃso y la paz de un dÃa soleado mientras acariciaba a mis gatos recostada en una hamaca bajo la sombra de un árbol.
La realidad de ser adulto: trabajo y conciliación
Pero crecer implica abrir los ojos a un mundo que pocas veces se parece a nuestros sueños. Hoy en dÃa, la conciliación laboral es un tema complicado. Trabajar ocho o más horas al dÃa, lidiar con el tráfico, cumplir con las expectativas laborales y, al mismo tiempo, intentar encontrar un espacio para uno mismo se siente como una carrera interminable.
Al principio pensé que simplemente necesitaba organizarme mejor, pero la realidad es que la estructura de nuestra sociedad parece diseñada para devorarse nuestro tiempo. Me encontré más preocupada por cumplir con las demandas externas que por perseguir ese sueño tranquilo que tanto anhelaba.
La dificultad de parar y respirar
Los dÃas pasan demasiado rápido. Y, cuando por fin consigo un momento para mÃ, a menudo estoy demasiado cansada como para hacer algo significativo. ¿Dónde quedó aquella imagen de la vida pacÃfica con mis gatos y mi jardÃn?
Lo peor es que, a veces, me doy cuenta de que ni siquiera sé qué harÃa si de verdad tuviera ese tiempo libre que tanto deseo, porque ahora que tengo más tampoco quiero hacer gran cosa que supere mis ingresos con mis gastos, entonces trato de dosificar. La rutina diaria me ha acostumbrado a un ritmo tan frenético que, cuando logro detenerme, la inercia me mantiene en movimiento mental aunque mi cuerpo descanse.
Reencontrándome con mis sueños
Sin embargo, no me he rendido. Aunque la vida adulta tiene sus complicaciones, trato de recordar lo que querÃa cuando era niña. Hoy en dÃa, mi jardÃn es pequeño, pero existe. Mis gatos —Eren, Reiner y Kylie— son parte esencial de mi vida. No tengo una piscina azul cristalina, pero a veces cierro los ojos y me imagino flotando en ella.
Lo más importante es que trato de recuperar esa tranquilidad que tanto deseaba. Quizá no puedo escapar de las obligaciones laborales, pero sà puedo encontrar momentos que me hagan sentir en paz. A veces, esos momentos llegan simplemente al dejar que mis gatos se acurruquen a mi lado mientras leo un libro, o al tomarme una tarde libre sin sentirme culpable por no ser productiva.
¿Es Posible Conciliar la vida que queremos con la realidad?
No tengo la respuesta definitiva. Pero sigo buscando ese equilibrio entre el mundo que soñé y el mundo real. Tal vez nunca consiga exactamente esa vida perfecta con mi jardÃn inmenso y mi piscina azul, pero puedo intentar acercarme a ello en cada pequeño momento que me pertenece.